El maestro Cronenberg la volvió a clavar. Y no tuvo que recurrir esta vez a bichos inmundos con forma de pene, ni a ninfómanas lésbicas. Sólo una historia "normal".
La película trata la historia de un padre de familia, Viggo Mortensen, que regenta un bar. Una noche, justo antes de cerrar, entran unos delincuentes, asesinos en serie. Pretenden asesinarlos a todos. Pero de repente, Viggo, que aparentemente es un hombre tranquilo, le rompe en la cabeza de uno una cafetera, y se carga al otro a tiros. Mención especial a como queda la cara de uno por uno de los tiros, espeluznante.
A partir de ahí todo cambiará en la vida de nuestro amigo Viggo. Se hace famoso, saliendo en periódicos y televisiones, lo que atraerá al pueblo a tres hombres enigmáticos, que se presentan en su cafetería, declarando ser "amigos" de él. Estos hombres resultan ser de la mafia de Filadelfia. Viggo niega conocerles.
Todo ha salido bien en esta película. Los actores fabulosos, incluido Viggo, que no lo hace mal (aunque a veces pienso que pasaría si en su lugar estuviese Christian Bale por ejemplo). El resto de los aspectos de la película intachables. Lo que más me impactó de la película fue el que con "4" tiros contados, se consiguiera hacer una película muchísimo más violenta que algunas otras que poseen 45 explosiones, 3.500 disparos de ametralladora, etc. Las pocas escenas de acción muy llevadas, con una gran tensión, y el suspense se alarga casi hasta el final.
Si tuviera que ponerle una pega sería el final, que me pareció algo blandito, aunque quizá es normal que me esperase "algo raro" del maestro chupamuñones.
Más info en Google y en IMDB.COM.
Publicado por Pestañín en 6:12 p. m.
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